Cómo abandonar la pornografía y por qué

Vamos a suponer que existen personas felices y orgullosas de consumir pornografía. Tanto si eres una de ellas, cómo si te encuentras entre quienes desearían abandonar un vicio que enreda como tela de araña y consume alma y cuerpo, de creyentes y no creyentes, sugerimos la lectura de este guion sobre cómo abandonar la pornografía y por qué.

Razones y medios para abandonar la pornografía

La motivación, el sentido o el por qué hacemos algo es el principal motor para cualquier empresa. Este guion tiene el objetivo de dar motivos psicológicos y espirituales, para abandonar la pornografía y promover leyes que la prohíban de modo eficaz. Tanto la razón como la fe reconocen que la pornografía daña al productor y al espectador.

Índice de contenido

Introducción

1. Alteración de la actitud interna del querer

2. Del vicio a la adicción: una droga que roba intimidad

3. Prevenir y ayudar con audacia inconformista

Conclusiones

Notas del artículo

Introducción a cómo abandonar la pornografía y por qué

Se entiende por pornografía la representación gráfica de contenido sexual, principalmente lo que hace referencia al acto sexual y sus desviaciones. Viene del griego pórni (πόρνη), que significa prostituta y grafí (Γραφή) o escritura. Pórni, a su vez, se relaciona con el verbo vender, poulísei (πουλήσει), ya que las prostitutas solían ser esclavas.

La etimología de la palabra es un resumen de las consecuencias de la pornografía, que desarrollaremos: con la producción o visualización de ese tipo de imágenes se cae en la prostitución, es decir en la compra y venta de intimidad sexual, y en la esclavitud.

Aunque la pornografía ha existido siempre, y con un aumento después de la revolución sexual de los años 60, se ha extendido por el uso de internet. Tres factores hacen que internet sea hoy el principal escenario de este tipo de delitos: lo fácil que es acceder a ella y sus contenidos, que esté al alcance de cualquier fortuna, y que se trate de una actividad anónima. Son las tres “A” descritas por Cooper en 1998, en inglés: Access, Affordability, Anonymity[1].

Abandonar la pornografía que daña a la persona y a la sociedad

Por su asociación a la criminalidad y la capacidad adictiva, es un tema que preocupa a muchos médicos y otros profesionales de la salud y del orden público. Un 80 % de las imágenes son violentas, y un número no despreciable está puesto en la web en contra de la voluntad de los “actores”.

La web Fight the New Drug ha realizado tres vídeos, mencionados en otro artículo, con abundantes referencias científicas sobre cómo la pornografía altera el cerebro, el corazón y el mundo. Son una buena forma de entender los numerosos motivos para cortar con la realización y consumo de pornografía.

Papa Francisco pidió declarar la pornografía una amenaza a la salud pública

El 10 de junio de 2022, hablando a los miembros de la federación de asociaciones de familias católicas de Europa, el Papa Francisco pidió declarar la pornografía una amenaza a la salud pública.

El Papa habló de la pornografía como una plaga difundida en la web. Animó a formar redes de familias, señalando que era un deber denunciar la pornografía como un ataque permanente a la dignidad de la mujer y del hombre. Con fuerza, sostenida por muchos datos científicos, dijo a los participantes: «No se trata sólo de proteger a los niños –tarea urgente de las autoridades y de todos nosotros–, sino también de declarar la pornografía como una amenaza para la salud pública»[2].

En el mismo discurso, el Papa citó unas palabras suyas del 2017, que enmarcan bien el problema y hacen ver cómo la pornografía no solo daña a los menores: «Sería un grave engaño pensar que una sociedad en la que el consumo anómalo de sexo en la red se extiende entre los adultos será capaz de proteger eficazmente a los menores»[3].

La idea de sexualidad que se desprende de esas recomendaciones, y que tendremos en cuenta en este guion, aparece en el catecismo de la Iglesia católica. Es una dimensión que «abraza todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de su cuerpo y de su alma. Concierne particularmente a la afectividad, a la capacidad de amar y de procrear y, de manera más general, a la aptitud para establecer vínculos de comunión con otro»[4].

Comunión interpersonal y procreación

Dos grandes bienes se preparan con esmero en lo íntimo de cada persona desde la infancia: la capacidad de forjar una sólida comunión interpersonal y la de procrear, de abrirse a los demás y generar una nueva vida.

¿Qué sucede si esta energía se descontrola o no encuentra una salida adecuada? La sexualidad arrinconada en un placer egocéntrico termina por agotarse o explotar, como una caldera con exceso de presión. Y cuando se le ofrece una vía de escape, sin orden ni guía, quema a cuantos alcanza, sin dar frutos.

La energía sexual impulsa hacia una existencia alegre y fecunda, si la dejamos expandirse hacia el bien de los demás. O consume en la tristeza y empaña el corazón si la encerramos en la búsqueda de un placer egoísta.

Preguntas que surgen ante la dimensión sexual

Es preciso conocer y educar esa energía vital íntima, y preguntarse: ¿Es el sexo un juego de hormonas o una experiencia orgánica que solo debe funcionar, como un riñón o el corazón?

¿Puede ser el sexo solo un pasatiempo interesante para probar a otros y ver si están buenos y vale la pena consumirlos? ¿Es un medio de comunicación como cualquiera, un instrumento para tener una experiencia profunda? ¿Cabe un sexo que sea solo placer que compensa las frustraciones de la vida? ¿Lo que se persigue con la sexualidad es algo transitorio, efímero, intercambiable y despersonalizado, como una experiencia virtual en la red?

1. Alteración de la actitud interna del querer

Al igual que en el tráfico sexual de la prostitución, en la pornografía no se busca el amor, el bien del otro o la procreación, propios de la afectividad y la sexualidad humana, sino exclusivamente el placer rápido y fácil o una retribución económica.

Desde el punto de vista de los consumidores, se persigue satisfacer una necesidad con una ilusión, pues por algún motivo no se quiere o no se logra satisfacer en la realidad. De este modo, cambia el objeto normal de la voluntad que es un bien real. Se altera el mismo querer.

La percepción del mundo y de las otras personas se modifica con la pornografía. Poco a poco, pero pronto, todo se aprecia deformado: se ven los cuerpos solo como objetos, se pierde el gusto por lo realmente bueno y siempre se quiere más consumo. Como ocurre con la comida chatarra, o el exceso de alcohol o de chile picante, que impiden gustar los sabores auténticos y disfrutar.

Teóricamente la pornografía es ilegal en varios países, pero el dinero ha podido más y no se persigue. Por los daños que produce, por la degradación que supone, especialmente para la mujer, y la criminalidad que conlleva, es de esperar que haya más iniciativas para frenarla.

Las heridas de la pornografía en edades tempranas

Las primeras visualizaciones de pornografía ocurren hoy a tempranas edades. En torno a los 11 años o antes. No pocas veces actúa en los niños como un abuso sexual, dejando profundas heridas psicológicas.

Lo fundamental de esa herida es lo que puede ocurrir también a otras edades: se confunde el amor con la ficción. Las imágenes, con frecuencia violentas, son absorbidas por un cerebro en formación, aún no preparado, que no consigue distinguir lo real de lo ilusorio. El 30 % de los adolescentes la han encontrado por accidente.

La pornografía conduce, de este modo, hacia la falta de identidad. «A los siete años un compañero me puso un vídeo pornográfico», me contaba un seminarista de dieciocho años preocupado por sus deseos homosexuales. «Sí, a los quince años comencé a mirar imágenes», me refería en la consulta otro hombre en sus treinta, que se sentía y era esclavo. «Al principio era pornografía normal, de la que ve todo el mundo en YouTube, ahora veo la más violenta entre varones», me comentaba aquel que pasaba los cincuenta y llevaba años sufriendo.

Riesgos de un consumo asociado al crimen

Los riesgos del consumo de pornografía son conocidos: facilita una adicción al sexo, lleva a disfunciones o patologías médicas en el uso de la capacidad generativa, altera instintivamente el deseo, siendo frecuente desencadenante de atracción sexual por el mismo sexo, está en estrecha relación con la criminalidad y la explotación de hombres, mujeres y niños.

Es, además, una negación de la capacidad de responder a la sociedad o a un trascendente: una fuente de falta de responsabilidad.

Un niño sometido a pornografía puede sufrir un daño importante porque, como dijimos, actúa como un abuso. Por eso la mayoría de los gobiernos buscan prevenirlo. El de Nueva Zelanda, por ejemplo, ha preparado unos vídeos explicativos de amplia difusión.

El daño en jóvenes y adultos es menos considerado. Es claro que la pornografía da rienda suelta a instintos y aumenta, por ejemplo, el número de delitos cometidos por pedófilos.

En las personas jóvenes y adultas distrae del objeto propio de la sexualidad. Uno de los principales motivos por los que la gente busca hoy cortar con el consumo de este tipo de imágenes es la impotencia secundaria que produce.

La pornografía perjudica la comunión conyugal

Es también una frecuente causa de rupturas en los matrimonios. La relación de los conyugues se altera por la intromisión de agentes externos. Se dan problemas serios en la práctica del acto conyugal, se abre las puertas a otros tipos de infidelidades.

Como cualquier vicio, la pornografía altera la relación entre las emociones o mundo afectivo y la voluntad. No se sabe lo que realmente se quiere ni por qué. Sabemos que «las emociones y los sentimientos pueden ser asumidos por las virtudes, o pervertidos en los vicios»[5]. En la pornografía se disocia muchas veces el corazón de la voluntad. Se puede querer cortar, pero la emotividad pervertida toma las riendas.

El veneno de las imágenes entra con violencia en el sistema inmunitario espiritual, por así decirlo, y disminuye la capacidad de reaccionar bien ante los demás, de pensar en ellos desinteresadamente. Se hace más difícil luchar en otros terrenos con fortaleza, y se altera la capacidad misma de amar. Todo esto lleva a una modificación de las relaciones interpersonales.

Daño neurológico por un híper estímulo que altera el querer

Incluso los factores neurológicos implicados favorecen ese cambio de objeto y actitud en el querer. La pornografía presenta a los sentidos, en particular a nuestro sistema óptico, lo que se llaman súper estímulos. No es un estímulo normal, sino amplificado y manipulado voluntariamente para causar adicción.

El cerebro reacciona con una híper producción de neurotransmisores relacionados con el placer y la recompensa: la dopamina, que se libera a nivel de la amígdala cerebral, un núcleo situado en el interior de los lóbulos temporales.

Cabe hacerse esta pregunta: ¿Qué tiene de malo aumentar la dopamina con un placer fácil y accesible? Un importante problema de la pornografía es que el exceso de dopamina que produce a nivel cerebral engaña la fisiología normal.

Después de un tiempo, los estímulos habituales de placer, gestionados en la amígdala, pueden llegar a no producir efecto. Se requiere cada vez estímulos más fuertes, para producir similares resultados. Es lo mismo que ocurre con las drogas o en el alcoholismo.

La dimensión sexual tiene una fuerza extraordinaria que, cuando no se regula con la inteligencia y la voluntad, absorbe otros intereses. Muchas personas que caen en la pornografía pierden la capacidad de disfrutar de la belleza, de las lecturas, de la música y otras obras de arte, de la naturaleza y hasta de las amistades. Estamos ante un placer que «corta las alas al espíritu»[6].

Una hiperestimulación hace que suba el umbral necesario para conseguir el mismo efecto, lo que será el tema del siguiente apartado: el paso a la adicción.

2. Del vicio a la adicción: una droga que roba intimidad

Lo que a veces comienza por juego, curiosidad o seducción, termina arrastrando, con más o menos complicidad de la persona, por una pendiente en que se entrelazan el vicio y la enfermedad mental. A la búsqueda inicial del placer se añade una necesidad imperiosa de actuar para reducir la ansiedad o malestar psíquico, y se pierde incluso el placer.

La búsqueda se transforma en un desesperado anhelo de llenar el vacío de sentido de la vida y relaciones interpersonales significativas e íntimas. Lo que se “respira” sin embargo no es el oxígeno que se esperaba, sino un producto nocivo que asfixia poco a poco.

Con bastante fundamento médico, se ha llamado a la pornografía la nueva droga, pues dispara una serie de mecanismos cerebrales similares a los de los drogadictos, como comprobó hace años el departamento de psiquiatría de la Universidad de Cambridge[7]. Querer no ser adicto es un buen motivo para profundizar en cómo abandonar la pornografía y por qué.

Como mencioné, la pornografía actúa liberando sustancias a nivel cerebral (especialmente en la amígdala cerebral), relacionadas con el placer y la recompensa. En concreto la dopamina. Estas sustancias o neurotransmisores van dejando una huella en la disposición anatómica del cerebro. Al final, como las drogas, se produce una alteración que esclaviza. Es ilustrativo el dicho acerca de la pornografía: «se consume con los sentidos y se guarda en el cerebro».

La visualización de imágenes de contenido sexual impregna el cerebro

Puede terminar por modificar la dinámica y morfología neuronal, lo que es otro motivo para abandonar la pornografía cuanto antes. El mecanismo que encadena a la sustancia o a la actividad nociva es el mismo: un no querer dar respuesta (no querer ser responsable) al inicio, y un no poder hacerlo, en la medida en que se instaura la dependencia.

Todas las adicciones tienen en común el deseo de unos paraísos artificiales o falsos. La persona vacía busca llenarse de lo primero que encuentra a mano.

La tóxico-dependencia a cualquier droga, el alcoholismo y las adicciones sexuales tienen mecanismos similares. Se persigue una disminución de la ansiedad y un aumento de la euforia. A veces se intenta cortar una ansiedad patológica, y se obtiene algo que va más allá de la alegría o paz: un estado de excitación peligroso, exagerado, que puede llevar a una impulsividad perjudicial, a malas acciones de todo tipo, con perjuicio para la salud global.

El inicio de la adicción a la pornografía

A cualquier edad cabe pasar del vicio a la adicción. Se inicia con un “consumo moderado”, pero es necesario ir aumentando la frecuencia y la intensidad de las imágenes.

Es decir, aparecen los síntomas clásicos de la adicción patológica: tolerancia (ya el mismo nivel no produce nada) y dependencia psicológica (no se puede vivir sin consumir).

El resultado final es una tensión constante que requiere más imágenes y más violentas. Se presenta el ansia desmedida de los drogadictos, o craving, como se llama en inglés.

Cómo cortar con la pornografía

Después de ver el por qué, sigamos con el cómo abandonar la pornografía. En general, cualquier persona que comienza con determinadas actividades, va transformando su modo de ser en la dirección de ellas. El que se esfuerza por querer a sus vecinos, hacer el bien, ayudarles, aunque sienta pocas ganas de hacerlo, va conformando una personalidad caritativa: crece en la virtud.

Quien roba pequeñas cantidades, adquiere la personalidad de un ladrón. Llega a ser simple y llanamente un ladrón. El vicio se hace costumbre arraigada.

La pornografía es un robo de intimidad, que introduce al espectador en un mundo criminal. Y esto no solo porque la mayoría de los canales de pornografía tienen parte de contenido ilegal y no voluntariamente vendido por los “actores”[8].

Quien ve pornografía se hace cómplice de crímenes asociados y, poco a poco, aunque no lo desee, su personalidad se transforma en ese sentido.

El histórico crimen del Rey David

El rey David cometió un grave crimen después de violar la intimidada ajena, mirando despreocupadamente cuánto ocurría en su reino y a una de sus súbditas. Mandó matar al marido de esa mujer, con tal de quedarse con ella (cfr. 2 Sam, 11). Todo comenzó con un robo ilícito de intimidad.

A diferencia de otros robos, la intimidad no se puede restituir. Quien roba en un supermercado, como a veces aparece con grandes letras escandalosas referido hasta de algún político, puede devolver o pagar.

Quien roba intimidad, no podrá devolver lo robado. Es también diferente en cuanto a que un objeto robado se puede disfrutar por un tiempo y satisfacer de verdad alguna necesidad. La intimidad robada no satisface el anhelo de amor y las ansias de relacionalidad humanas. Y su efecto placentero dura un instante.

La industria pornográfica en su relación con otras drogas

La similitud de la pornografía con otras drogas es importante. Desde el punto de vista general, mencionamos la criminalidad que atrae y el sufrimiento que causa.

Si dividimos en productores y consumidores, vemos que la industria de este sector es muy similar a los productores de droga. Mueve millones, no tiene reparos en cometer otros crímenes para conseguir beneficios, no le interesa el placer, el bienestar o la felicidad del usuario, sino solo que pague y mientras más mejor. A esto se añade un machismo grande.

Desde el punto de vista de los consumidores, se observa en los que ven pornografía una mayor posibilidad de que se conviertan en agresores sexuales o pedófilos. Los introduce también en un mundo de crimen. Los hombres que consumen pornografía agreden con más frecuencia a las mujeres; y las mujeres que la consumen se dejan abusar también más, y pierden capacidad de denunciar a los agresores.

La pornografía como regulador emocional

La pornografía, como el alcohol y otras drogas, se transforma en un regulador de emociones: con la tristeza, el miedo, el desánimo, aumenta el consumo, en un intento por contrarrestar la emotividad negativa.

No existe un uso recreativo de la pornografía. No hay una “pornografía normal”. Los consumidores, aunque sea en pocas cantidades, tienen un riesgo mayor de caer en adiciones patológicas, al estar sometidos a súper estímulos.

Si no se abandona pronto la pornografía los daños son más duraderos. No solo se modifica y afecta el cerebro y el organismo físico con su aparato reproductor, sino también el corazón en su sentido metafórico de mundo emocional. Al final se empaña el corazón, entendido como ese lugar donde nos decidimos por el bien o por el mal, y que permite valorar a la otra persona por quién es.

El mundo afectivo de quienes se dejan arrastrar por el vicio de la pornografía se transforma. Es más fácil que en estas personas suenen de continuo las alarmas de una emotividad negativa, que abren paso al burnout y otras formas de patología psíquica.

3. Prevenir y ayudar con audacia inconformista

Esperamos que sean más claros los motivos para abandonar la pornografía, y por qué se considera una actividad criminal en muchos países. Incluso Google la prohíbe, pero se hace poco por suprimirla. No entraremos en la responsabilidad de los gobiernos para poner fin a este problema, sino a lo que cada uno puede hacer para romper las cadenas y no contribuir a la danza en torno al cerdo de oro, como llamó Viktor Frankl, fundador de la logoterapia, al negocio de la sexualidad[9].

La nociva industria del sexo, y en particular la pornografía, promueven y son un ejemplo de lo que el Papa Francisco ha llamado La cultura del descarte: «Se vuelve muy riesgoso que la sexualidad sea poseída por el espíritu venenoso del usa y tira»[10].

El vicio de la pornografía puede terminar cuando se acepta que hay un problema, se busca ayuda, se comprende el daño que produce en uno mismo y en los demás, y se opta por caminos seguros y reales hacia la felicidad.

Contrarrestar la industria pornográfica y cambio personal

Para prevenir y cortar la pornografía se necesita una audacia inconformista. Es decir, conocer qué es y qué produce, sin conformarse con la industria que la promueve; y la valentía de crear corrientes nuevas en torno a la sexualidad y al amor, con esperanza y convencidos de que vale la pena.

Es necesario tomar una serie de medidas. Quien quiere de verdad salir de una alergia pone todos los medios: consulta al alergólogo, busca qué substancias provocan la reacción…, qué medicamentos o vacunas aplicar… Quien desea superar la adicción, identifica el problema, se aleja de él, usa lo que está a su alcance para no seguir haciéndose daño a sí mismo y a su entorno.

El consumo de pornografía refleja un conflicto personal en el que vale la pena profundizar, para recuperar a alegría. El anhelo de un placer inmediato y artificial expresa un deseo de llenar el corazón vacío de amor. La motivación es el punto de partida para superar el problema.

Cuidar internet y las redes

Si uno sabe que internet le perjudica, se cuida más. Un consejo eficaz es no acceder a internet al estar cansado o para descansar, pues son momentos de defensas más bajas; y terminar el día dirigiéndose a un real, a Dios y a quien nos ve y nos quiere, y no a la masa anónima de las redes. Es recomendable no tener los accesos a algunas plataformas sociales en el teléfono móvil o en el tablet, y limitarlos a un computador fijo o de uso común en la casa o en otro lugar.

Estas medidas disuasorias son más aconsejables si hay síntomas de adicción. En casos complejos puede ser incluso preciso cortar de raíz con algún tipo de uso de internet, como el alcohólico que decide no beber ni una gota, pues se da cuenta del problema y mira con esperanza a un futuro distinto.

El principal motor para abandonar la pornografía

Tanto para el vicio como para la adicción, el principal motor del cambio es una motivación clara. Todo parte de centrarse en lo importante: Dios, yo y los demás. Conviene pasar del qué se está haciendo –el robo de intimidad que mencionamos– al por qué se está haciendo. Quizá así se descubra el vacío en la vida, en las aspiraciones y en los proyectos, y se puedan dar pasos para llenarlo con oxígeno verdadero.

La pornografía puede ser la búsqueda de una intimidad que no se tiene y se necesita, pero en realidad se queda en una ilusión, pues es robada.

El ABC de cómo abandonar la pornografía y por qué

Son útiles los que he llamado cuatro pasos para abandonar la pornografía. Los presentamos en un ABC didáctico, que se pueden ver también en otro artículo:

Aceptar que hay un problema de relación y capacidad de amar, que al ver pornografía uno se transforma en cómplice –probablemente sin saberlo y sin quererlo– de crímenes: abuso de menores, mujeres y hombres, explotación, tráfico y esclavización de seres humanos por dinero o contra su voluntad y para siempre.

La intimidad sustraída continúa girando en internet. Esto induce un cambio de actitud: conviene dejar el vicio, aunque aún no sea adicto, descubrir los motivos de rabia, angustia, frustración, impulsividad, vacío…, que han hecho que el sexo desplace otros intereses y se vea en los demás objetos de placer.

Buscar ayuda en personas de autoridad con quien hablar y que puedan guiar por un camino de paz y reconciliación con el pasado, que haga descubrir posibles heridas y curarlas, sabiendo perdonar. Buscar también placeres buenos y actividades entretenidas, que llenan y facilitan respirar. Fomentar las amistades nobles, con quienes compartir aficiones, interesarse por los demás y quererles.

Encontrar el sentido de la vida, por qué y cómo abandonar la pornografía

Comprender el sentido de la vida en su globalidad, qué hace sufrir y qué produce frustración. Descubrir por qué se ha caído en el vicio, y recuperar la responsabilidad: es decir se puede y debe dar respuesta a las personas queridas y a la sociedad, aunque ahora esa capacidad esté dañada. Un corazón enamorado y con un proyecto da a su vez luz a la inteligencia y fuerza a la voluntad.

Dinamizar y activar las fuerzas del espíritu, contemplar lo verdadero, lo bello y lo bueno, en el arte, en la naturaleza, en el ser humano. Activar, fortalecer y agilizar medidas de precaución, con alguien que guíe en una navegación segura, para no volver a los “paraísos artificiales” que presenta la pornografía. Salir de uno mismo hacia Dios y los demás para servir.

Una motivación escrita para abandonar la pornografía y por qué hacerlo

En el mismo artículo de los cuatro pasos para abandonar la pornografía, aconsejamos hacer una especie de tabla de navegación, dividiendo un folio en dos columnas.

Columna izquierda, anotar las alarmas: circunstancias ambientales (lugares y momentos, uso de internet) y subjetivas (estado de ánimo y emociones interiores: vacío o falta de sentido de la vida, sensación de pérdida, baja autoestima, falta de objetivos, soledad, enfado, miedo, aburrimiento…) que fomentan el consumo de pornografía.

Columna derecha, anotar las precauciones: cómo contrarrestar cada circunstancia o emoción negativa, encontrar o recuperar el sentido, recurrir a la religiosidad y a la relación con Dios; actividades sanas y entretenidas para no perder las alas: deporte, salir con amigos o amigas, una llamada por teléfono, la lectura de un libro, escuchar música…; limitar el uso de internet a unos horarios y lugares, usar aplicaciones de control, no tener redes sociales en el teléfono.

Conclusiones sobre cómo abandonar la pornografía y por qué

Como decíamos, la pornografía requeriría medidas más incisivas por parte de las autoridades para proteger el ámbito de la intimidad, donde las mujeres pagan el precio más alto. Para Frankl es una seria consecuencia de la deshumanización. Explica el psiquiatra de Viena que aísla como campo de interés exclusivo, la sexualidad y lo genital. Degrada, dice, al ser humano a la condición de bestia[11].

Vale la pena ayudar desde el principio a quien está sumido en este vicio. Cuándo se comprueba que existe el deseo de cortar, y no se consigue a pesar de los buenos consejos del acompañamiento espiritual, puede ser necesaria la intervención de un médico o psicólogo que tenga una antropología adecuada.

No dejar que tu personalidad se deteriore con la pornografía

Por supuesto que no todas las personas que ven pornografía o realizan otras acciones contrarias a la castidad se sienten tristes o están vacías. Quien roba puede encontrar placer y bienestar con esa acción. Pero el robo sigue siendo malo y va configurando la personalidad de ladrón. De modo análogo, quien ve pornografía por el gusto de hacerlo transforma también su modo de ser.

Las dificultades sexuales con frecuencia están relacionadas con una falta de amor. Podemos afirmar, siguiendo la psicología del desarrollo, que «la satisfacción sexual sin amor implica una grave carencia»[12].

El amor desempaña los corazones, reconoce la belleza de los cuerpos y respeta la dignidad de toda persona. El amor llena de esperanza y la gracia de Dios da luz y fuerza.

Wenceslao Vial

Notas del artículo

[1] Cfr. A. Cooper, Sexuality and the Internet: Surfing into the new millennium, en «Cyber Psychology and Behavior», 1 (1998), 181–187.

[2] Francisco, Discurso a los miembros de la federación de asociaciones de familias católicas de Europa, 10 de junio 2022.

[3] Francisco, Discurso a los participantes del congreso “la dignidad del niño en el mundo digital”, 6 de octubre 2017.

[4] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2332.

[5] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1774.

[6] Hanz Remplein, Tratado de psicología evolutiva. El niño, el joven y el adolescente, Labor, Barcelona 1971, p. 564.

[7] Cfr. Valerie Voon, Thomas B. Mole, Paula Banca, Laura Porter, Laurel Morris, Simon Mitchell, et al, Neural Correlates of Sexual Cue Reactivity in Individuals with and without Compulsive Sexual Behaviours, en «PLoS ONE», 9 (7) (2014): e102419. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0102419. Ver también: Todd Love, Christian Laier, Matthias Brand, Linda Hatch, Raju Hajela, Neuroscience of Internet Pornography Addiction: A Review and Update, en «Behavioral Sciences» (Basel), 5 (3) (2015), 388–433, doi:10.3390/bs5030388.

[8] Son tantas las demandas que reciben los canales porno que, incluso sabiendo que muchas pueden ser debidas a una farsa de los “actores” para conseguir más dinero, un número no despreciable parece ser verdad.

[9] Cfr. Viktor Frankl, Ante el vacío existencial. Hacia una reumanización de la psicoterapia, Herder, Barcelona 1990 (6ª), pp. 26-27.

[10] Francisco, Exhortación apostólica Amoris Laetitia, 19 de marzo 2016, n. 153.

[11] Cfr. Wenceslao Vial, Viktor Frankl: Aporte de sentido a nuestra época, en Humanitas, n. 40, 2005, pp. 525-537.

[12] Charlotte Bühler, Psicologia e vita quotidiana, Garzanti, Milano, 1970, p. 191.

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