La asfixia digital

Jóvenes amenazados por las redes sociales e internet

Experto en educación de jóvenes explica, desde su experiencia diaria, lo que considera la asfixia digital y cómo mejorar la salud mental en un mundo de pantallas. Chema Camean (Vanallinna Hariduskolleegium, Tallinn).

Trabajo como maestro hace casi 20 años y he observado que, en los últimos 10 años, los niños y jóvenes experimentan una más frecuencia problemas de salud mental, escribe Josemaría (Chema) Camean, director del Bachillerato del Colegio de Educación de la Ciudad Vieja.

¿Hay alguna forma de explicar el aumento de problemas de salud mental en jóvenes?

¿Cómo ayudarles mejor y evitar problemas?

Tal vez una de las respuestas -y ciertamente no la única- se encuentre en el “encapsulamiento” de los jóvenes y sus familias, alimentado por la avalancha de tecnologías de la información, cuyos efectos secundarios son preocupantes.

El uso de Internet, la vida en las redes sociales, el tiempo frente a la pantalla, la adicción a la red, la salud mental y la vida familiar son temas importantes que estudiamos y conversamos con nuestros alumnos en la escuela. Hace poco pregunté a los alumnos sobre el uso de Internet y las respuestas fueron un tanto preocupantes: “Nuestros padres no se dan cuenta del tiempo que pasamos con el teléfono y de lo fuerte que puede ser la adicción: perdemos nuestra capacidad de comunicarnos en la vida real”.

En la encuesta EU Kids Online de 2018, el 28% de los encuestados estonios dijo que pasan alrededor de 4-5 horas en línea durante la jornada escolar. En sus días libres, pasan más tiempo en línea.

“Hay algo en nuestras vidas que los padres a menudo no entienden. No siempre entienden bien el nivel de violencia y los problemas de autoestima de lo que significa la vida en línea”, escribió uno de mis alumnos. Pero, ¿entendemos algo?

Límite de edad en Internet para evitar asfixia digital

No dejamos que los menores fumen, beban alcohol, conduzcan y mucho menos que consuman sustancias adictivas. ¿Por qué? Porque es peligroso para su salud, y para la de los demás. Sus cuerpos y sus caracteres aún se están desarrollando. ¿Pero qué pasa con el acceso a las redes sociales? ¿No nos estamos apresurando? ¿No deberíamos asegurarnos primero de que los dispositivos son seguros y útiles? O quizás tendemos a creer en el dogma de que la evolución tecnológica es necesariamente buena.

Los propios jóvenes nos llaman la atención sobre esta cuestión, como cuando me escribieron en la escuela. Estudiante: “Cuanto antes se dé acceso a un niño a Internet, a los teléfonos inteligentes, antes se pondrá su mundo patas arriba”. “¡Están entrando en un mundo para el que no están preparados!”

Sean Parker, ex presidente de Facebook, admitió recientemente que las redes sociales están diseñadas deliberadamente para explotar una vulnerabilidad de la psicología humana. Explicó que, para mantenernos en sus garras, es necesario conseguir que nuestro cerebro libere dopamina con la suficiente regularidad a través de los “likes” o comentarios en una foto o publicación. En otras palabras, es un modelo de negocio construido sobre la adicción. Y ante nuestra preocupación, nos respondió que sólo Dios sabe lo que hace al cerebro de nuestros hijos.

¿Dónde está la solución al uso de Internet y las pantallas?

Ya se ha investigado mucho sobre los peligrosos efectos del uso temprano y/o excesivo de los dispositivos inteligentes en el desarrollo de los niños, la concentración, la memoria, la capacidad intelectual, el deseo y la capacidad de comunicación, el autocontrol, el control de las emociones: los pilares de la estructura humana.

En una conversación sobre las relaciones humanas, Hanna se preguntó: “Chema, ¿qué pasa en mi familia que cuando estamos delante de la televisión, en el ordenador o en el teléfono, nos enfadamos tan fácilmente?”. “En casa, nadie me pregunta cómo voy, porque tengo máximas notas en mi hoja de calificación electrónica. Pero soy muy infeliz”.

La ruptura del vínculo o relación matrimonial daña el corazón

Las relaciones familiares son, sin duda, fundamento indispensable para el desarrollo de la personalidad, la conciencia, la emotividad, la sociabilidad, el carácter del niño o del adolescente; son necesarias para el éxito académico, la paz interior; en definitiva, para una vida feliz. Mirándonos al espejo, ¿podemos decir con certeza que el tiempo que pasamos frente a las pantallas no está dañando nuestras relaciones familiares? ¿O es que los aparatos y las redes sociales han secuestrado a nuestra familia? Más pantallas, menos diálogos. Menos diálogo, menos ojos para los demás y menos comprensión.

– “Hannes, ¿tus padres se llevan bien?”

– “Bueno, digamos que… no se llevan mucho. Cada uno está en su casa, en su ordenador o en su teléfono, en su propio mundo. Al menos no se pelean”.

Nos encapsulamos en un mundo digital y eso nos asfixia

Trabajar con jóvenes durante 20 años me ha confirmado, en la práctica, lo que antes era teoría. La ruptura de un vínculo o relación matrimonial y familiar supone el daño más profundo para el corazón de un niño o joven. Este dolor se puede intentar anestesiar. Pero, ¿lo resolvemos así? ¿Y si, en cambio, nos planteamos renovar, fortalecer, preservar los vínculos matrimoniales y familiares? Porque la práctica también ha confirmado que, a pesar de los problemas, los accidentes y los errores, ¡los niños están bien cuando todo está bien entre mamá y papá! Pero ese es otro tema, aunque muy relacionado con la avalancha y asfixia digital.

Los chicos necesitan apoyo y comprensión en las tecnologías digitales y en la vida

El lenguaje nos hace humanos. Para desarrollar las habilidades verbales, un niño no necesita vídeos ni aplicaciones móviles, sino simplemente que se le hable, que se le pida que pronuncie palabras, que se le anime a nombrar objetos, que organice sus respuestas; que se le cuenten cuentos y se le invite a leer. Las investigaciones psicológicas han demostrado que el aprendizaje en contacto personal es un 50% más eficaz que el aprendizaje a través de la pantalla. El niño necesita que le hablen. El joven necesita que lo escuchen. Los adultos y los ancianos también.

Concentración. Sin ella, es imposible estructurar el pensamiento en torno a un objeto. La capacidad de concentración, es decir, de centrar la mente y los sentidos hacia un objeto, nos permite explorar, comprender, relacionar, reflexionar, ponderar, crear y también rezar. Expertos en el campo de la informática y la cultura informática, como Cal Newport, conocido por sus libros y conferencias, nos advierten de que el consumo excesivo de material audiovisual, y en particular la vida en las redes sociales (Instagram, Snapchat, TikTok, Facebook, etc.), reducen nuestra capacidad de concentración y de mantener la atención en una sola actividad. En consecuencia, reducen nuestra capacidad de comprender, crear, observar, reflexionar, etc.

Salud, sueño. Hoy en día estamos asistiendo a una generación de niños y jóvenes “mal dormidos”. Las pantallas no son responsables del sedentarismo ni de la falta de calidad del sueño. Es cierto, lo fomentan. Pero la responsabilidad recae en nosotros, los adultos. El problema es que, como sabemos, no dormimos sólo para descansar. Dormimos porque hay tareas que nuestro cerebro no puede hacer cuando estamos activos. El sueño es necesario para que el cerebro pueda dedicarse a organizar y confirmar los conocimientos y habilidades, a “hacer el trabajo de mantenimiento”.

No cabe duda de que hay quienes afirman que el tiempo que se dedica a las tecnologías de la información y a las redes sociales ha hecho que los jóvenes de hoy sean “más rápidos, capaces de realizar varias tareas a la vez, pasando ágilmente de una cosa a otra”. ¿Ha evolucionado el cerebro humano tan rápido y ya se ha demostrado? ¿Y qué nos dicen los estudios?

Aumento de actividades de asfixia digital

Las actividades para las que los niños utilizan Internet han cambiado en cierta medida con el tiempo. Mientras que en 2010, el 85% de los niños estonios encuestados utilizaban internet principalmente para realizar tareas escolares, en 2018, el 67% lo hacía para esto al menos una vez a la semana. Las actividades de entretenimiento han cobrado mucha importancia para los chicos: ver vídeos, escuchar música, etc.

Comprobar que son justamente las grandes empresas informáticas las que nos intentan convencer de ese “potencial y la utilidad”, da que pensar. ¿O quién organiza esas campañas de tabletas y teléfonos móviles al principio de cada curso escolar y en Navidad? Los países constituyen un excelente mercado para estas empresas, creyendo -o queriendo creer- que las tabletas para niños pequeños y las pantallas inteligentes en las aulas harán la revolución educativa.

Andreas Schleicher, el padre de las pruebas PISA, ha dicho: “Garantizar que todos los niños adquieran conocimiento de la lengua y de las matemáticas básicas parece mucho más útil, para crear una igualdad de condiciones en nuestro mundo digital, que ampliar el acceso a los dispositivos y servicios de alta tecnología y financiarlos.” La tecnología es útil, necesaria. ¡Sin duda! Pero, ante todo, son esenciales, indispensables, padres comprometidos; maestros bien formados y bien pagados, que inspiren con su competencia y su ejemplo; unas aulas dignas y unos edificios que “tira para arriba”. Aquí comienza la revolución educativa.

“¡Necesitamos su ejemplo!”

¿Qué querrían que supieran sus padres? “¡No nos acusen constantemente de estar demasiado tiempo en nuestros teléfonos u ordenadores! Sabemos que no está bien. No nos gusta nuestra adicción. Pero no podemos superarlo solos, la presión es muy fuerte”. Casi la mitad de los niños estonios han intentado pasar menos tiempo en Internet, pero dicen que no pueden hacerlo. El 12% de los niños se enfrenta a este problema al menos una vez a la semana, pero la mayoría con menos frecuencia.

El llamado de los chicos lo resumen en una frase: “¡Necesitamos su ejemplo!”

Merece la pena pararse a pensar en el uso que hacen nuestros niños y jóvenes de los dispositivos inteligentes -y de las pantallas-, el acceso a las redes, el tiempo que pasan en línea, la vida en las redes sociales. Y también lo que queda sin hacer, sin descubrir, sin realizar, cuando nos ahogamos y asfixiamos en el mundo digital.

Pero, como en todo, debemos empezar por nosotros mismos. ¡Inspirémosles con el ejemplo! ¡Que los jóvenes vean que vale la pena vivir la vida real! Con un poco o mucho de esfuerzo. Pero con comprensión y paciencia. Llenemos poco a poco el tiempo con actividades valiosas que hemos ido perdiendo por culpa del ordenador y el teléfono. Podremos hablar, discutir, disculparnos, dormir, hacer deporte, tocar un instrumento dibujar, pintar, bailar, cantar, ir a clases de teatro y, por supuesto, …. ¡Leer! Y experimentar una de las mejores cosas de la vida: ¡no estamos solos!

Josemaría (Chema) Camean, Director del Bachillerato del Colegio de la Ciudad Vieja, Tallin, Estonia:

 

Josemaría (Chema) Camean, Director del Gimnasio del Colegio de la Ciudad Vieja, Tallin, Estonia, Experto europeo en formación de jóvenes explica los daños de las redes e Internet, cómo utilizar Internet en los colegios, familias unidas para adolescentes sanos, Madurez psicológica y espiritual

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